martes, 3 de septiembre de 2013

ESTAMOS LOCOS…

“Están locos estos romanos”, decía el bueno de Obélix, y esta frase sería perfectamente aplicable a nuestro país en la actualidad, no dudo que en muchos frentes porque la verdad es que el país está para llevarlo a la U.V.I. y que se quedé allí ingresado sin fecha de alta, esperando lógicamente (para el gobierno) que todos sus papeles estén en regla y que tenga su tarjeta sanitaria porque si no aunque su caso sea grave, que en este caso lo es y mucho, no podría ser atendido. Como decía, temas haylos y muchos, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en uno en concreto que es el FÚTBOL, que en esta tierra en la que vivimos mueve auténticas masas y millonadas, pero tal y como está la situación económica lo que ocurre con este deporte, porque no hay que olvidar que se trata sólo de un juego, un mero divertimento convertido en auténtico opio del pueble, como decía aquel, es totalmente escandaloso, y lo que es peor aún que nos parece absolutamente normal. Efectivamente que se pague para que un jugador venga al Madrid más de cien millones de euros me parece absolutamente escandaloso, las nóminas de algunos jugadores son de vergüenza, donde los ceros abundan tanto o más que en la época de las queridas pesetas, y para más escarnio las tributaciones que realizan a hacienda (que dicen que somos todos pero que yo cada día me lo creo menos) son ridículas, porque aconsejados por sus asesores fiscales (quien pillara uno de esos cuando toca hacer la declaración) logran entrar en categorías súper reducidas ideadas para que investigadores pudiesen realizar su trabajo en nuestro país y evitar así la fuga de cerebros, pero por arte de magia de la fiscalidad patria éstos nunca consiguieron estas ventajas y los futbolistas (que son los deportistas patrios que más ganan con diferencia) sí se aprovecharon de ellas. Además nuestros, ya de por sí maltratados oídos (con simulaciones de finiquito en diferido y demás gaitas) no estuviesen ya lo bastante maltrechos, tuvimos que oír como Ronaldo declaraba que “estaba triste…”, y…¿cuál sería el motivo de su tristeza?: la situación desastrosa en lo económico y social de su país de origen Portugal o quizás de su país de residencia y (ridícula) tributación fiscal España, pues no señores no era otra cosa que su sueldo, de diez millones de euros anules se le quedaba corto (si es que hoy en día eso no da pa´na), y para presionar en las negociaciones sólo se le ocurrió decir que estaba triste, quizá dejando entrever a la afición que su tristeza podría convertirse en un menor afán por llegar a la portería contraria… y he aquí que la melancolía (termino maravilloso que utilizaban los coetáneos del XIX para definir la tristeza profunda o la depresión) del portugués pasó a ser portada de todos los periódicos y motivo central de debates. De esta forma no es de extrañar que se sientan seres superiores ajenos a los problemas y devenires cotidianos de cualquier mortal, como pagar hacienda correctamente o cumplir las normas de circulación básicas, claro que conduciendo vehículos que fácilmente alcanzan los 300 km/h qué difícil resulta limitarse a 120 o incluso a 50 km en muchas ocasiones y/o vías. Pienso que para devolverles a la realidad deberían de acompañarse por aquella figura utilizada por los emperadores romanos en sus triunfales desfiles por los foros y que se situaba tras ellos sujetando la corona de laurel y repitiendo cada cierto tiempo: “Respice post te, hominem te esse memento (“mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre”).

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