jueves, 10 de octubre de 2013

OPEN MIND LITERARIA

Debo reconocer que tengo prejuicios, no solo prejuzgue sino que condene al ostracismo literario total a Maxin Huerta sin haber leído nada suyo, he de reconocer que el cambio que dio el periodista de presentador del telediario del mediodía de tele5 a chico Ana Rosa, con momentazos muy Boris Izaguirre comentado noticias del mundo del colorín y realitys varios de la cadena, me choco y no me convenció del todo. El primer libro que leí de él fue “El susurro de la caracola”, una mujer que guarda un anhelo, un secreto muy bien tratado y con un final sorprendente, que me dejo intrigado y con mucha curiosidad sobre este escritor, con ganas de más y empezando a cuestionarme mi opinión. Después me hice con la primera obra que escribió “Que sea la última vez…”, una novela muy petarda (y que conste que no digo esto como descalificativo sino todo lo contrario) y divertida sobre una diva de la televisión (que recordaba mucho a algunas con las que ha trabajado y trabaja Maxim) que recibe un homenaje a toda su carrera, sintiéndose mayor de repente y siendo un revulsivo en toda su vida, todo ello con muchísima y finísima ironía, y empecé a convencerme de mi error. Y justo cuando terminé de leerla llegó “Una tienda en París”, una mujer que decide dar carpetazo a una apática vida y cumplir su sueño a la vez que va descubriendo una increíble vida paralela a la suya, escrito con mimo al detalle, a la descripción tanto de personajes como de lugares y momentos, y caí en la convicción de que estaba ante un escritor y no sólo ante un colaborador televisivo. Sigo conservando mi curiosidad y mis ganas de más, Maxim ha anunciado que está manos a la obra con su cuarta novela y yo la compraré y la leeré. Y si de sabios es reconocer cuando te equivocas, yo lo hago, prejuzgué y erré. Totalmente recomendables son sus tres libros, libros que son además, como los hijos, cada uno totalmente diferente al otro, tres historias que no tienen nada que ver entre ellas, que se leen con interés. Creo por lo tanto que es recomendable hacer un open mind y juzgar al escritor por lo escrito y al presentador por lo presentado, yo prometo, que así lo hare a partir de ahora.

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