viernes, 28 de febrero de 2014

LA GRAN BELLEZA

Más tarde de lo que me hubiera gustado he podido disfrutar al fin de "La gran belleza", y la verdad es que hace honor a su nombre, es una de las películas recientes mas hermosas que tenido la suerte de ver, admirar en este caso más bien, en los últimos años. Visualmente es un absoluto prodigio, especialmente impactantes para mí son las escenas del principio del filme, haciendo uno entre imagen y musica y las del descanso de los flamencos en la terrada de Gep, tratado con unos tonos pastel deliciosos en un amanecer mágico, es absolutamente imposible no evocar el cine de Fellini, sobre todo para estas escenas a Julieta de los espíritus, una enorme ensoñación de imágenes evocadoras de un mundo que roza en ocasiones lo irreal. Y todo ello con una Roma como coprotagonista, siempre maravillosa, sorprendente, mágica y decadente, esquiva en muchas ocasiones, como una amante a la que es inevitable volver una y otra vez. Una vez más es inevitable volver a otra imprescindible película del Maestro "La dolce vita", donde la cittá es también protagonista entre un elenco inevitable de actores (es casi imposible ponerle otra cara a Gep o a cualquiera de los demás protagonistas de ambos filmes), precisamente, otra mágica coincidencia, en las semanas del estreno de "La gran belleza" en España moría Aiche Nana, bailarina de la danza del vientre turca, que a finales de los cincuenta escandalizo a la siempre falsamente puritana sociedad italiana con un striptease en el famosisimo restaurante romano Rugantino, lugar de encuentro de actores, actrices, musicos, bailarines, crapulas,... de la sociedad romana, el espectáculo fue ampliamente recogido por la prensa de la época, descubriendo una manera de vivir y entender la vida de la mágica Roma, centro de una de las mejores industrias cinematográficas del momento, y que, como él mismo reconoció, sirvió de inspiración a Fellini para la que es una de las mejores películas de todos los tiempos, una crónica de un momento irrepetible, que guarda grandes semejanzas con el presente, una de las mejores es sin duda Roma y su envolvente decadencia. En fin, obra maesra imprescindible para los amantes del buen cine, y una magnífica consecución a genialidades como "Roma", "Julieta de los espiritus" o "La dolce vita", que cumple a la perfección con las expectativas ofreciendo al espectador una belleza inconmensurable, no sólo visual sino sentimental, ya que es casi palpable el alma de sus protagonistas, un desencantado y de vuelta de todo Gep; el perdedor enamorado de un imposible y que se da por vencido, Romano; la bellisima mujer, enferma y herida de melancolía, Ramona,... y Roma (se nota que me gusta demasiado, ¿verdad?), siempre presente desde lo alto de la increible terraza del protagonista, viéndola a vista de pájaro, con su luz atravesando la belleza de sus piedras, y también a pie de calle, haciendo visible sus imperfecciones. Estamos ante una película que da más de lo que promete por su título, cumple con todas las expectativas, que en mi caso eran muchísimas, y que a pesar de durar dos horas y media el tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos, pestañeo que no debes realizar en exceso si no quieres perderte algún destello de belleza.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Y AL FINAL... LLEGÓ

Como todo lo bueno, se hizo esperar y cuando al final ya creíamos que nunca llegaría y que lo tendríamos que sumar al gran número de injusticias sin remisión posible... llegó y fue absolutamente apoteósico . Estoy hablando del merecidísimo Goya de la gran, grandísima Terele Páves. Se lo han concedido gracias a una divertida película de su gran valedor en esta etapa de su carrera, el genial Alex de la Iglesia, y sus Las brujas de Zugarramurdi, que si no la habéis visto os la recomiendo encarecidamente, con un brillante plantel y una historia donde no dejarás de reír desde que te sientas hasta que se termina y , como siempre en las películas de Alex, perfectamente ejecutada desde el punto de vista artístico. Pero volvamos a Terele, mujer de impresionante físico, cascada voz ronca, rotunda presencia, todo ello envoltorio de una sensibilidad que se desborda cuando es necesario y que te llega y te toca en lo más profundo del alma, como sólo las grandes lo saben hacer, y sin duda ella es una de las grandes de ese país, tan desagradecido con sus mitos y tan poco dado a idealizar a nadie, más bien todo lo contrario, nos cuesta tanto reconocer méritos ajenos y somos tan dados a ningunear méritos, pero ella es grande, inmensa, del gran círculo de dioses del séptimo arte comparable a genios como la Magagnini , desgarradoras ambas, ajadas pero bellas en credibilidad y talento. Desde luego lo mejor de esta (soporífera) gala fue el momento en el que ella subió al escenario , a recoger (por fin) su premio, emocionada y espontanea agradeció a sus compañeros de profesión, de la que ella siempre quiso formar parte y donde llevaba ya sesenta años trabajando, " de vez en cuando... pero trabajando", en un mundo difícil sobre todo para una mujer nada convencional y absolutamente libre. Mucho antes, a mi humilde parecer, debería haber llegado este reconocimiento, quizás aquel año que con su brillante papel de la Celestina ni siquiera la nominaron, o tantas otras veces donde presto su rotundo ser a papeles desgarrados, inolvidable su Regula de Los santos inocentes, hoja de ruta para todo aquel que quiera ser actor, o al menos para aquel que quiera ser un buen actor, porque la brillantez de la que gozan unos pocos, como Terele, es sólo un regalo de los dioses. La contundencia de la Pávez me retrotrae hasta otra presencia cautivadora e inquietante a la vez como era Lola Gaos, son mujeres ambas que atraen la mirada en cuanto aparecen en pantalla, antes incluso de que digan su primera palabra, la mayoría de las veces ni siquiera haría falta que hablasen para acaparar toda la atención, ellas poseen ese don. En unas declaraciones a Jesús del pozo decía que le dedicaba el premio a su hijo porque le ha salvado la vida, en nombre de todos los amantes del cine: Gracias Carolo.